Ideario

El jardín. Principales ideas según Carlos Arias.

Todo jardín que se crea en el ámbito privado va destinado a personas. La asunción de esta aparente obviedad es de suma importancia para el logro de un jardín integrador, ya que un buen diseñador no tendrá una idea correcta de sus pretensiones estéticas hasta no haber podido deducirlas por medio del trato con los clientes; aun así, observo en estos con frecuencia que no les resulta fácil expresar sus deseos. Se inicia entonces una indagación de las querencias, costumbres y anhelos de los propietarios (futuros sujetos estéticos) que es imperativa para conocer sus naturalezas y poder así fundirlas adecuadamente con la propia naturaleza del jardín, que se concibe finalmente como sueño del paisaje propio de cada persona: ese lugar en el que hombre y jardín se inventan mutuamente, ese lugar donde cada cual sabe que él y su jardín se necesitan.

Visto desde una perspectiva estructural, el propio jardín se incluye como contenido dentro de un continente más amplio formado por el entorno circundante y su paisaje; teniendo esto en cuenta, es importante realizar un estudio al respecto ya sea para potenciar las variables interesantes que se nos pudieran presentar en dicho entorno, lo que sugiere una apertura del jardín al exterior, ya sea para mitigar en lo posible sus adversidades, centrando la contemplación hacia el interior. En el primer caso, el entorno y el jardín formarán parte de un mismo tiempo y un mismo espacio; en el segundo caso intentaremos dotar al jardín de un funcionamiento espacio-temporal propio y lo más ajeno posible al ambiente hostil que lo pudiera rodear.

El concepto de la forma, junto con el de la materia y el de la expresión conforman el tríptico que aglutina las más variadas representaciones artísticas, y la jardinería bien entendida no se sustrae a esta división. Los tres conceptos suponen siempre una búsqueda en el acto creativo, y es por ello que trato con rigor de encontrar (por medio de la cuadrícula) un hilo conductor que los armonice. En la mayoría de los casos, este patrón común se halla escondido en los entresijos del plano de la vivienda en cuestión. Una vez detectado y comprobada su validez geométrica como elemento formador, interpreto las geometrías bidimensionales resultantes que van surgiendo en el plano a escala y les doy nombre: camino, parterre, piscina, césped, bancal… A partir de estas formas y con la ulterior unión de los elementos vegetales que dotan de verticalidad al conjunto, se desarrolla la estructura ahora ya tridimensional del jardín; por eso la búsqueda, citada al comienzo, de la conveniente proporción y correspondencia entre todos los elementos que configuran el jardín es una de las claves de su éxito.

La materia básica con la que se crean los jardines son los elementos vegetales y en menor medida otros materiales que fijan, sustentan, embellecen, perfilan o protegen el lugar. De la correcta elección de los materiales utilizados en la creación de nuestro jardín, dependerá en gran medida que la relación con el entorno sea consecuente, si bien como norma general, un jardín siempre agradece que la utilización de los materiales sea prudente, procurando que estos no sean ajenos al lugar y guarden algún tipo de relación con él.

Al tener las propiedades de un organismo viviente, el jardín está sujeto a las mismas leyes de la temporalidad que determinan la evolución y maduración de todo ser vivo: testigo siempre cambiante del paso del tiempo. En este sentido, pensar una plantación en la que la combinación de formas, texturas y colores exprese una continuidad de lo que ocurre en el entorno, dejando resquicios para la sorpresa y buscando el interés según se produce la estacionalidad en las plantas, supone constantemente un atractivo reto intelectual.

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