En el jardín. El recinto.

En el jardín el recinto es sinónimo de separación del exterior. Esta separación tiene ventajas cuando lo exterior nos resulta hostil por la causa que sea.

El acto de construir un muro de cerco implica la voluntad de crear una nítida escisión con todo aquello que se encuentra más allá del perímetro, que por lo general se considera amenazador.

El diseño de la forma adecuado al lugar destinado a ser jardín nos ayuda a tomar las decisiones correctas decidir de qué te separas  o  qué incluyes de lo que te circunda.

Fotografía de Jardinarias.

Durante la edad media el jardín amurallado traía a la mente la imagen de otro recinto, el del paraíso terrestre. La Virgen María, mediadora entre dios y el hombre, encarnaba la imagen del jardín cerrado. El recinto se convirtió también en un símbolo de pureza y ausencia de pecado.

En épocas renacentistas y barroca, los cercados dividían el interior del jardín en numerosos sectores, creando estancias verde a las que se les asignaba una particular función, un tema, como si se tratasen de una prolongación exterior del palacio o castillo.

Con la llegada del jardín paisajístico la idea del recinto se interpreta como una limitación de la libertad. El jardín debe abrirse al paisaje e integrarse en su campo visual.